Los perros potencialmente peligrosos son aquellos que, por sus características físicas o su comportamiento, pueden causar daños graves a las personas o a otros animales. Algunas legislaciones han establecido normas para regular la tenencia y el manejo de estas razas, que requieren de una educación adecuada y una responsabilidad por parte de sus dueños.
En este artículo te contamos cuáles son las razas de perros potencialmente peligrosos, qué requisitos se deben cumplir para tenerlos y cómo prevenir los accidentes con estos animales.

¿Qué razas se consideran perros potencialmente peligrosos?
No existe una lista única y definitiva de razas de perros potencialmente peligrosos, ya que cada país o región puede tener su propia normativa al respecto. Sin embargo, algunas de las razas más comunes que suelen incluirse en estas listas son:
- Pitbull terrier
- Staffordshire bull terrier
- American staffordshire terrier
- Dogo argentino
- Fila brasileño
- Tosa inu
- Akita inu
- Dóberman
- Rottweiler
- Bullmastiff
- Dogo de burdeos
- Bull terrier
- Gran perro japonés
- Mastín napolitano
- Presa canario
- Ovejero alemán
- Gran danés
Estas razas se caracterizan por tener un tamaño grande, una musculatura fuerte, una mandíbula poderosa y una gran resistencia al dolor. Además, algunas de ellas han sido criadas para la caza, la guardia o el combate, lo que puede influir en su temperamento y su instinto.
No obstante, hay que tener en cuenta que no todos los perros de estas razas son agresivos ni peligrosos por naturaleza. Su comportamiento dependerá en gran medida de la genética, el ambiente, la socialización y la educación que reciban desde cachorros. Por eso, es importante no estigmatizar ni discriminar a estos perros, sino tratarlos con respeto y cuidado.
¿Qué se necesita para tener un perro potencialmente peligroso?
Si quieres tener un perro de alguna de las razas consideradas potencialmente peligrosas, debes informarte bien sobre la legislación vigente en tu país o región, ya que puede variar según el lugar. En general, se suelen exigir los siguientes requisitos:
- Ser mayor de edad y no tener antecedentes penales.
- Obtener una licencia o un permiso específico para la tenencia de perros potencialmente peligrosos.
- Contratar un seguro de responsabilidad civil que cubra los posibles daños o lesiones que pueda causar el perro.
- Identificar al perro con un microchip y una chapa con el nombre del dueño y el número de registro.
- Vacunar al perro contra la rabia y otras enfermedades.
- Esterilizar al perro si no se va a dedicar a la cría.
- Llevar al perro con correa corta y bozal cuando se transite por lugares públicos.
- No dejar al perro solo ni suelto en espacios abiertos o sin vallar.
- No participar ni fomentar las peleas de perros ni el maltrato animal.
Estas medidas tienen como objetivo garantizar la seguridad y la convivencia ciudadana, así como proteger el bienestar de los perros potencialmente peligrosos. Si no se cumplen estas normas, se pueden aplicar sanciones económicas e incluso la retirada del animal.
¿Cómo prevenir los accidentes con los perros potencialmente peligrosos?
Los perros potencialmente peligrosos (PPP) son aquellos que, por sus características físicas o su comportamiento, pueden causar daños a las personas, a otros animales o al medio ambiente. Algunas razas de perros están consideradas como PPP por la ley, pero también pueden serlo los perros que hayan sido adiestrados para el ataque o que hayan mostrado signos de agresividad.
Obligaciones legales para tener un perro potencialmente peligroso:
Los propietarios de los PPP tienen una serie de obligaciones legales que deben cumplir para garantizar la seguridad de todos. Estas obligaciones pueden variar según la normativa de cada comunidad autónoma o municipio.
- Solicitar una licencia administrativa para la tenencia de PPP, que se otorga previa presentación de un certificado médico y psicológico, un seguro de responsabilidad civil y un certificado de antecedentes penales.
- Inscribir al perro en el registro municipal de animales potencialmente peligrosos, donde se le asigna un número de identificación y se le coloca un microchip.
- Identificar al perro con una chapa en el collar que indique el nombre del propietario y el número de registro.
- Llevar al perro con bozal y correa no extensible de máximo dos metros de longitud cuando se circule por la vía pública o por espacios comunes. No se puede soltar al perro ni dejarlo atado sin vigilancia.
- Pasear un solo PPP por persona y no llevarlo a zonas infantiles, parques públicos o lugares donde haya aglomeraciones de personas o animales.
- Mantener al perro en buenas condiciones higiénico-sanitarias y someterlo a revisiones veterinarias periódicas. Vacunarlo y desparasitarlo según el calendario establecido.
- Educar al perro con técnicas positivas que fomenten su sociabilización y su bienestar. Evitar situaciones que puedan provocarle estrés, miedo o ansiedad. No someterlo a maltrato ni a entrenamientos violentos.
Una buena educación desde que son cachorros.
- Socializar al perro con personas, otros animales y diferentes situaciones desde que es joven, para que se acostumbre y no tenga miedo ni estrés.
- Enseñar al perro las órdenes básicas de obediencia, como sentarse, quedarse quieto o venir cuando se le llama, usando el refuerzo positivo y sin recurrir a la violencia ni al castigo.
- Estimular al perro física y mentalmente, proporcionándole ejercicio, juegos y juguetes adecuados a sus necesidades y características.
- Respetar el carácter y las preferencias del perro, sin forzarlo ni someterlo a situaciones que le incomoden o le provoquen ansiedad.
- Evitar las situaciones de riesgo, como acercarse a un perro desconocido, molestarlo cuando come o duerme, o provocarlo con gestos o sonidos.
- Consultar con un veterinario o un etólogo si se observa algún signo de agresividad o de comportamiento anormal en el perro, para descartar posibles problemas de salud o tratarlos adecuadamente.
Las personas que no tienen un PPP también pueden contribuir a prevenir los accidentes con estos animales.
- No acercarse ni tocar a un PPP sin el permiso de su propietario. No hacer gestos bruscos ni ruidos fuertes que puedan asustarlo o alterarlo.
- No molestar ni provocar a un PPP, ni tampoco a su dueño. Mantener una actitud tranquila y respetuosa.
- No dejar solos a los niños o a otros animales cerca de un PPP. Supervisar siempre las interacciones y evitar que se produzcan situaciones conflictivas.
- En caso de presenciar un ataque de un PPP, avisar inmediatamente a las autoridades competentes y prestar ayuda a las víctimas si es posible. No intentar separar al perro por la fuerza ni ponerse en riesgo.
Los perros potencialmente peligrosos no son malos por naturaleza, sino que dependen en gran medida de la educación y el cuidado que reciban de sus propietarios. Si se cumplen las normas establecidas y se respeta el bienestar animal, se puede convivir con estos perros sin problemas y evitar los accidentes.